Hoy centramos nuestra atención en una pieza fundamental de una botella de vino, su tapón. Existen dos tipos de tapones los de corcho y los sintéticos y como dice el dicho para gustos los colores.
Los de corcho son tan antiguos como el hombre, su proceso elaboración es largo, alrededor de unos 50 años, simpre y cuando el corcho esté libre de hongos, plagas y enfermedades y que en dicho proceso se libere también de los temidos TCA (triclonariasoles) que hace que se pierda entre un 8 y un 10 por ciento de la producción.
Por otra parte están los sintéticos pensados por los productores norteamericanos, cansados de esa pérdida del 10%, conlleva una elaboración mucho más rápida, bien por co-extrusion, es decir se corta un tubo de micro burbujas de polietileno y se recubre con elastómetro termoplástico, o por inyección cuyo artífice fue en 1996 Dennis Burns que ideó el tapón que hoy conocemos como sintético.
Las ventajas de este último son contables tiene un comportamiento predecible, está libre de TCA, más limpio, variedad de colores, no hace falta guardar la botella en posición horizontal y es aceptado en mercados internacionales aunque no se tiene constancia que funcionen bien con vinos que no sean jóvenes. Sin embargo las ventajas del corcho son incontables, aún cuando se pierde ese 10 por ciento del preciado líquido, permite la micro oxignación, existe un tejido industrial ya asentado, permite la conservación del medio ambiente y puestos de trabajo derivados de la elaboración, al cuidar los alcornocales se cuidan también la biodiversidad que generan y así incontables propiedades específicas de cada parte del proceso de elaboración.
Al elegir un tipo de tapón elegimos una manera de ver la vida, una manera de cuidar la naturaleza y una manera de tomar un buen vino no es tanto elegir el tapón cómo elegir la manera de ver las cosas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario